Zarigüeya gorda (etiqueta)
30 enero 2023 (publicado)
12 horas
De los homenajes heráldicos de Jon Spencer (cf. Pussy Galore/Boss Hogg/Blues Explosion) y los muchos (dis)disfraces de Ian Svenonious en su eterna deconstrucción de las esperanzas y los tropos del ‘rock’, los despachos de rockabilly de garaje del gran Dan Sartain (‘Head Change’), las excursiones power-pop de Kelly Stoltz (‘Find It’) a los prístinos pastiches de The Black Keys (cuyos Patrick Carney produjo el álbum), la potencia gutural de esta forma salvaje aún conserva la capacidad de sacudir al oyente. Choques breves y agudos en el sistema nervioso central, el ímpetu para sacudir, traquetear y hacer rodar el alma a través de riffs estridentes, blues de bar y fuzz-scuzz sin flacidez.
En esta brecha, regresa el triunvirato de Mississippi, Bass Drum of Death, con un nuevo reproductor de larga duración, su quinto, ‘Say I Won’t’ en los discos de Fat Possum. Dejar la gran ciudad para volver a su ciudad natal instigó un reinicio, una recarga y un regreso a las raíces para el líder John Barrett.
Este es el primer álbum de BDoD en el que Barrett abre el proceso creativo, donde en el pasado trabajaba solo en una computadora portátil, ahora ha reclutado a su grupo de gira (incluido su hermano Jim Barrett) para crear un disco en vivo con florituras técnicas agregadas más tarde. El resultado es un alboroto desgarrador, un tour de force sin aliento de la naturaleza. Lirismo impactante aumentado por un empirismo crujiente, la actitud frontal se encuentra con la beatitud del asiento trasero.
‘No Soul’ es puro predicador de taburete, maestro de herramientas afiladas. Sermones de fuego infernal y azufre. El blues del desierto de ancho de vía de ZZ Top rezuma a través del cierre ‘Too Cold To Hold’.
El pantanoso ‘Di tus oraciones’ es una conexión contagiosa con Mike Kerr de Royal Blood, es un cuento digno de los hermanos Grimm, repleto de lobos hambrientos al acecho y demonios visitantes.