Thomas declara entonces que debe haber sido Isabel, que había estado charlando con Merritt esa misma noche, quien lo mató. Explicó que le debía a Isabel aproximadamente 2 millones de dólares y que había planeado pagarle con el dinero de su fondo fiduciario, al que tendría acceso cuando el hijo menor de los Winbury, Will, cumpliera 18 años en unos meses. Sin embargo, si naciera el bebé de Merritt, pasarían otros 18 años hasta que pudiera acceder al fideicomiso, que luego se dividiría en cuatro partes en lugar de tres. Declara que el dinero debe haber sido el motivo de Isabel.
Pero la policía no tarda mucho en encontrar la coartada de Isabel (ella y Thomas se habían juntado en la parte trasera de un coche de camino a un motel la noche del asesinato, y ese coche tenía una cámara de seguridad) y en deducir que el motivo de Isabel también podría ser el de Abby. Uno de los detectives recuerda su entrevista con Gosia, la ama de llaves de la familia Winbury, que se había quejado del carácter exigente de Abby y había comentado que Abby le había pedido que le lavara la ropa, la ropa de cama y una taza la mañana en que se descubrió el cuerpo de Merritt. El hecho de que Abby fuera la asesina también resuelve el problema del sebo de vacuno que se encontró en el pelo de Merritt, ya que Abby había utilizado una famosa crema de manos que contenía ese ingrediente.
Más tarde ese día, la policía arresta a Abby en la casa de Winbury.
Entonces ¿qué pasó con el resto de la familia?
Empecemos por Greer, que, aunque inocente, no salió indemne de la terrible experiencia. Bajo la intensa presión de la investigación y de una gira de prensa para su última novela, Greer acaba por derrumbarse cuando se ve obligada a revelar a los detectives que Broderick, su interlocutor sospechosa, es en realidad su hermano, y que le había pedido a Shooter un préstamo de 300.000 dólares para poder pagar la deuda de juego de Broderick.