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Reseña de ‘Sin sangre’: Salma Hayek Pinault y Demián Bichir en la cautelosa parábola bélica de Angelina Jolie

Una mujer (Salma Hayek Pinault) entra en una plaza con poca gente disfrutando de un café por la tarde y de un quiosco de revistas y billetes de lotería. Se acerca a la cabina y acaricia una pila de periódicos antes de hacerle una pregunta al encargado (Demián Bichir), un hombre mayor de hombros redondeados y gafas de lectura colocadas sobre la nariz. Su forma de hablar es estudiada, como si una cadencia más natural luchara contra una severidad inherente. Le ruega al hombre que cierre la tienda y se tome una copa con ella. Su dulzura amanerada se vuelve más urgente con la negativa de él. Es una orden, no una petición.

Estreno en el Festival de Cine de Toronto, Sin sangre es la última incursión de Angelina Jolie en la dirección. La actriz, que está causando sensación esta temporada de festivales con su actuación en la película de Pablo Larraín Maríaadaptó esta parábola de trama fina de la novela del mismo nombre del escritor italiano Alessandro Baricco. Sin sangre Investiga oblicuamente el costo psicológico y generacional de la guerra.

Sin sangre

El resultado final

Juega a lo seguro.

Evento: Festival Internacional de Cine de Toronto (Presentaciones especiales)
Elenco: Salma Hayek Pinault, Demián Bichir, Juan Minujín
Director: Angelina Jolie
Guionista: Angelina Jolie y Alessandro Baricco

1 hora 31 minutos

Jolie pisa terreno familiar aquí: un puñado de sus trabajos previos como directora, incluyendo En la tierra de sangre y miel, Intacto y Primero mataron a mi padresituaban su acción en el desolador contexto de la guerra. Mientras que estas otras películas se basaban en los detalles de conflictos reales como la guerra de Bosnia o el régimen de los Jemeres Rojos en Camboya, Sin sangre No reivindica ningún territorio ni época. Esta falta de especificidad puede haber funcionado en manos de un director más arriesgado, pero el enfoque de Jolie a la dirección puede ser tan rígido como el encuentro inicial de la mujer con el encargado del quiosco. A pesar de los estallidos de inteligencia, especialmente cuando se trata de transmitir la calidad fracturada de las narrativas traumáticas, Sin sangreLa vaguedad del libro termina por opacar muchas de sus lecciones.

Una tensión incómoda flota en el aire mientras el hombre y la mujer se acomodan en un restaurante cercano. Ella comienza a contar su historia, partes de las cuales Jolie muestra al principio en una escena preparada con seguridad. Su nombre es Nina, y cuando era niña, tres hombres irrumpieron en su casa y ejecutaron a su padre (Alfredo Herrera) y a su hermano (Alessandro D’Antuono). Mientras los gritos de su padre inundaban el bungalow y la sangre de su hermano goteaba sobre su tobillo, Nina se escondió en silencio en una madriguera debajo de unas tablas del suelo.

Su destino se convirtió en tema de conversación en este país anónimo donde se gestaba una batalla que duraba años entre dos facciones. Nunca se aclara si ese conflicto es regional o político y, en opinión de Jolie, no es relevante. Sin sangre La película se centra más en cómo las guerras hieren a las personas, desde las víctimas más jóvenes hasta los perpetradores más viejos. La mayor parte de la película se desarrolla en un café, donde Nina y el hombre, cuyo nombre más tarde nos enteramos que es Tito, intercambian diferentes versiones de su destino. En el relato de Nina, un farmacéutico (Pedro Hernández) la adopta y la vende a un conde (Luis Alberti). Ella termina casándose a los 14 años y dándole tres hijos al rico barón. Según cuenta Tito, la unión de Nina fue un asesinato fallido que se convirtió en un acuerdo matrimonial: el conde se enamoró en lugar de matarla. La verdad se encuentra en algún lugar entre los recuerdos marcados por las cicatrices de Nina y los vagos recuerdos de Tito. Entre estos intercambios, la pareja ofrece lugares comunes sobre los peligros (pero nunca los detalles) de la guerra.

La conversación entre Nina y Tito oscila entre momentos apasionantes y otros más aburridos, que se ven reforzados por las tensas bromas de Hayek Pinault y Bichir. Su química se define por el reconocimiento mutuo y el trauma compartido. Hayek Pinault se centra en movimientos sutiles (lágrimas que brotan de sus ojos, apretar la cuchara o fruncir los labios) para transmitir la profundidad del dolor de su personaje. Bichir logra los cambios sutiles que se requieren de su personaje, cuya inocencia se vuelve menos en blanco y negro a lo largo de los rápidos 90 minutos de duración de la película.

Aun así, el lenguaje visual excesivamente cauteloso de Jolie limita el impacto del drama. Los flashbacks al pasado de la pareja ofrecen algunos momentos dinámicos, como tomas a vista de pájaro que sugieren que Tito ha estado observando a Nina a lo largo de los años, haciendo un gesto hacia sus destinos vinculados. También hay belleza aquí, ya que Jolie captura la viveza del paisaje ocre. Sin embargo, en su mayor parte se basa en primeros planos, alternando entre los rostros de los dos comensales en ediciones sencillas de Xavier Box y Joel Cox.

Que personas inocentes sufran a causa de los conflictos no es una postura provocativa, pero parece que el único punto Sin sangre puede hacer cuando no se centra —y lo que es más interesante— en observar cómo el trauma vive en el cuerpo y moldea la mente. A pesar de los destellos de poder, la historia en última instancia parece demasiado débil para soportar el peso de sus temas.

Fuente

Written by Farandulero

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