DULUTH — Por unos momentos, podría haber sido una pieza de teatro absurdo.
Se encendieron las luces y me paré en un escenario casi vacío en completo silencio, de pie junto a un escritorio de la escuela y sosteniendo una copa de martini vacía. Mi acompañante en el escenario y yo vestíamos granate a juego: un vestido de fiesta para ella, tirantes y pajarita para mí. Incliné mi vaso boca abajo como para asegurarme de que no hubiera ninguna gota y señalé el escritorio. ¿Tú? ¿Yo?…