Hay pocas cosas que hablen mejor de una pelicula que hacer que parezca facil. Y tan fácil parece hacer una secuela como ‘Top Gun: Maverick’, como tan fácil parece hacer una biopic como ‘Elvis’. En ambos casos hablamos de sendas grandes producciones de Hollywood capaces de comportarse con el brillo cegador, e intimidante, que se presupone a toda gran y lujosa producción de Hollywood parapetada en la figura de una gran estrella.
En el caso que nos ocupa la de Elvis Presley, icono inmortal del siglo XX con el que se mimetiza de forma natural y orgánica un exquisito Austin Butler. El rey está vivo, tanto como lo está la nueva película de don Baz Luhrmann, de nuevo tan entonado y enérgico como lo estuvo en ‘Moulin Rouge’. No es que en ‘Australia’ o ‘El gran Gatsby’ deje de ser él, es que su personalidad no encajaba (de nuevo) tan bien con la película como lo hace ahora.
Del mismo modo que pocos se imaginarán ‘Casino’ sin Martin Scorsese, pocos se imaginarán ‘Elvis’ sin Baz Luhrmann. Una película de una personalidad arrolladora y excesiva, particularmente apabullante durante una primera mitad que amenaza con quebrarse y que tiende, por puro acoso, a un agotamiento prematuro que no llega a afectar, recomponiéndose en una segunda mitad algo más encauzada y sostenida en lo dramático .
Es lógico, sí es normal. La historia avanza, evoluciona y manda. Y aunque Luhrmann parece estar echándole un pulso continuamente al recuerdo del mismísimo Elvis por ver quién es el auténtico protagonista de la función, el resultado acaba siendo un vibrante biopic, crónica de 20 años de ascenso y caída narrado por un Tom Hanks que como casi todo en la película, parece estar de más… pero al que si no estuviera echaríamos de menos.
Porque todo parece formar parte de la misma película, uno de los mejores halagos cuando hablamos de un «basado en hechos reales» que recorre 20 años de historia (americana). De manera algo superficial, desde luego, que en tan solo dos horas y media no da tiempo para mucho más. Dos horas y media que no se hacen pesadas y que nos dejan con ganas de ver el primer montaje de la película, de unas cuatro horas de duración.
Que nos deje con ganas de más, vaya. ‘Elvis’ es una película biográfica que logra sentirse vivo al margen de un protagonista al que admira pero del que para variar, no vive. Una gran película de Hollywood que mira a la cara a su protagonista sin mirar por encima de los hombros al espectador. Y una obra que deja de lado su carácter obviamente tributario, no se pliega a la tentación de no correr ningún riesgo e intenta estar y brillar a la misma altura que Elvis.