Nada de arañas. O serpientes. O cucarachas. O tiburones. O (casi) cualquier animal. O a las alturas. O a la sangre. O una de las más comunes, a volar. O la más que conocida sobre espacios cerrados, como se puede dar en los ascensores. Aquí estamos hablando de fobias raras, extrañas, muy poco convencionales: esas realmente peculiares que, por supuesto, también…
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