Hay dos temas claros que han surgido a estas alturas en el Festival de Cine de Venecia de este año: uno es el concepto del alma perdida (Bardo, ruido blanco) y la otra es la consecuencia, a veces peligrosa, de dejar que los directores de renombre se suelten en los proyectos de sus sueños (también Ruido Blanco, Bardo). A los 92 años, Frederick Wiseman se ha ganado el derecho de hacer lo que quiera, pero cualquiera que se emocione demasiado con la perspectiva de este, su debut en la ficción, debe saber que pareja a) no es estrictamente ficción en absoluto, yb) es muy parecido a sus famosos documentales de formato largo sin prisas.
El alma perdida en su película de la Competencia de Venecia es la esposa de Leo Tolstoy, Sophia, interpretada por la actriz francesa Nathalie Boutefeu leyendo un texto ensamblado a partir de varias cartas entre ella y su famoso esposo literario. Aparte del peinado y el vestido de Sophia, en realidad no hay ninguna pista sobre el período, y la decisión de filmar en un área aleatoria de belleza natural (en realidad, una isla frente a la costa de Bretaña) ahorra una gran cantidad de ubicación y accesorios.
Festival de Cine de Venecia 2022 Fotos
Lo que nos queda, sin embargo, es una producción casi dolorosamente austera que hace representaciones anteriores de mujeres creativas: Terence Davies’ Una pasión tranquilasu homenaje a la poeta Emily Dickinson, o el de Wash Westmoreland Colette – parecerse a Las locuras de Ziegfeld.
Escrita e interpretada en francés, de ahí el título, consiste enteramente en Boutefeu desnudando el alma de Sophia directamente a la cámara, revelando cómo, a la edad de 18 años, se sintió honrada de ser la novia de un hombre tan grande y mundano, solo para darse cuenta que sus inseguridades coincidían con creces con sus talentos.
Hablando directamente con él, habla de sus celos, su pereza y su indiferencia como padre y amante, deteniéndose de vez en cuando para reflexionar sobre los raros buenos momentos. Sophia, que fue mucho, mucho más que una musa para Tolstoi, también reflexiona sobre sus propios sacrificios («Pasé mi tiempo sofocando mis talentos por ti», dice de manera acusadora). En el medio, sus declaraciones están marcadas por tomas repetitivas de la naturaleza: olas rompiendo, patos, ranas y hormigas (muchas hormigas) que se vuelven instantáneamente tediosas, haciendo que lo que en el papel parece ser nítidos 64 minutos se alargue hasta la eternidad.
La decisión de incluirlo en Competición es desconcertante, como lo demuestra la cantidad de abandonos en tan poco tiempo. Pero la decisión de Wiseman de mantener las cosas tan sencillas en un festival que se acumula con películas de más de dos horas al menos muestra que sabía que lo que estaba haciendo no necesariamente iba a ser del agrado de todos.